En términos generales, la espuela chilena se compone de los mismos elementos que cualquiera otra realizada tanto en España como en otros puntos de nuestra región, es decir, asta, pihuelo y rodaja.
Por asta entendemos un pedazo de hierro circular que es forjado con martillo hasta tomar la forma de un arco en cuyos extremos se cincelan sendos sellos, es decir, orificios por los cuales se anuda la correa que fija esta pieza al pie.
El pihuelo, por su parte, es un travesaño que se ubica en la parte central del asta y que sirve para sujetar la rodaja, elemento radial que puede ser un disco liso o estar conformado por puntas de variable cantidad.
A diferencia de lo que sucedía en otros puntos de América Latina como México, Perú o Bolivia, donde la presencia de metales preciosos como el oro y la plata, permitieron el desarrollo de un discurso estético que no tuvo miedo al exceso y que se manifestó desde la arquitectura hasta las artes decorativas, en Chile la producción siempre fue más discreta en términos de su materialidad debido a la carencia de medios que aquejaba a esta parte de la región.
De esta forma, haciendo uso más del ingenio y la necesidad de darle la dignidad que se merecía su trabajo, los herreros chilenos hicieron lucir su modesta producción laminando sus piezas con plata con el fin de hacerlas relucir a simple vista y logrando con ello un efecto que en nada envidiaba la producción en plata maciza de los países vecinos.