La florentina

"Estas dos obritas (Autorretrato y Florentina) se caracterizan por lo esmerado y correcto de su dibujo" (Álvarez Urquieta, Colección de cuadros de pintores chilenos o extranjeros que han influenciado la escuela chilena de pinturas pertenecientes a Luis Álvarez Urquieta, número 32). Antonio Romera hace una alusión más directa a la obra, señalando: "Una de sus telas mis liberadas de impurezas extrapictóricas es Florentina (Museo de Bellas Artes). La representación objetiva de lo tangible esta aquí sometida estrictamente a la voluntad plástica. En primer lugar cabe destacar el juego bien equilibrado de manchas claras y oscuras, señaladas aquellas por las estatuillas, por las láminas y rostro de la modelo; estas, por el sillón, la mesa, el fondo y los paños. El pintor ha buscado, en una composición en cruz, la armonía total del cuadro. La entonación general es sorda, pero realzada y animada por la vivacidad de los blancos rotundos. Como en alguna obra de Ortega, se advierte aquí también una incierta, una velada, una vaga nota melancólica. La superficie cromática aparece estriada, un poco barroca, trazada con vigor". (ROMERA_Historia de la pintura chilena_1951, página 72).