“Rebeca Matte desplegó con realismo las edades y gestos que revelan el interior del ser humano, un desafío técnico que la escultora fue capaz de registrar en mármol, arcilla y metal. Dolor, angustia, miseria y soledad son testimonio de la intensidad en la que hizo confluir vida y obra. En el bronce Crudo Invierno (1912) observamos un rostro agrietado y firme, con la vista al frente, sostenido por un brazo fibroso y a la vez delgado, dándonos una sensación del paso de los años…” (Centenario Colección Museo Nacional de Bellas artes, pág. 45).