Carlos Gonzalez cuenta que conoció a Dominga Neculmán, artesana de la pieza "por casualidad": "Estaba con Héctor Mora, colega de la Universidad de Temuco, en el Mercado de Temuco cuando compré esos (300 - 3214, 300 - 3215) yo andaba buscando gente para La Feria (de Artesanías UC que presidió por 10 años, desde 1979) y me parecieron tan interesantes que le dije a Héctor que fuéramos en busca de la artesana, era de Metrenco al interior. No pudimos dar con ella, no estaba, entonces Héctor, que conocía a la Dominga me dijo pasemos a ver a ésta otra. Y así fue!. Ella muy amablemente nos hizo entrar a su casa y ahí estaba este. Estos (300 - 3227, 300 - 3229, 300 - 3230, 300 - 3235) son tiestos del principio de la Dominga, ella se superó a sí misma a tal punto que hoy hace formas bastante buenas, bastante interesantes. Hay algo especial en el oficio de la Dominga, no es perfecta, pero tiene encanto es su persona la que influye en que a uno le gusten mucho sus objetos. La Dominga es un amor, es una bellísima persona: amable, simpática, tiene chispa, una carita media maliciosa. - Después de ese encuentro la traje a La Feria (de Artesanías UC), como uno o dos años después. Cada vez que nos vemos, grandes abrazos, no se olvida".