Cuenco

El donante se entusiasma al recordar su relación con Don "Chucho" Pérez, el artesano y se explaya: "En el camino a Puchuncaví, había una fábrica de ladrillos, Chucho trabajaba con esa misma pasta: tenía mucha destreza, una fuerza, una rapidez, pero maravillosa!. Aprovechaba el cocimiento de los ladrillos pero el se dedicaba 100% a la cerámica figurativa. Íbamos por el camino vimos el cartel de “Artesanía” y pasamos, esta estaba hecha y se la compramos. Nos hicimos amigos. Era bien interesante el personaje, se veía un hombre de varios años, como pinta de viejo sabio." Con respecto a su estilo, agrega "Incorpora detalles muy propios del buen campesino: montura, riendas, estribos. Son piezas sueltas y espontáneas, no es perfeccionista. Su forma de trabajar da cuenta que es un hombre, a diferencia de la delicadeza en otras expresiones alfareras del país, hechas por mujeres como Quinchamalí o Talagante. Aquí hay ironía, picardía. La gran gracia de Don Chucho Pérez es que las piezas tienen personalidad".